NOCHE DE PAZ NEGRA
Bruno Marcos
Una nube más negra que mi alma -la del cuervo- ha invadido el cielo de nuestra pobre ciudad. ¿Qué aspecto tendremos desde él? Navidades negras, chamuscadas y chuscas.
Con lo más inesperado emerge la verdad, la de que, en realidad, somos algo literario, un cuento, un chiste. Un chiste contó el desaprensivo que acumuló las toneladas de neumáticos con el embuste de cultivar en su interior hortalizas abrigadas.
No es justa tanta literatura. Tampoco es justo que a un hombre no le respeten en Nochebuena. Abro un periódico local y unos tipos duros defienden que es mejor exponer en un bar que en el OVNI. Sin rubor alguno uno de los tipos duros califica al objeto volante no identificado que aterrizó en nuestro suelo llegado desde el futuro del siglo XXI como un oxímoron, y no se toma la molestia de explicar lo que el oxímoron es. ¡Qué falta de didactismo! No contento con eso va y dice, el osado, que es más artístico todo lo que pase fuera del OVNI que lo que hay dentro de él, y va y se refiere a mí sin venir a cuento -no sé si a favor o en contra- y dice: "Una vez, en la estrella de la muerte, colocaron una instalación artística que todo el mundo tomó por unas simples vallas de obra". ¡Qué descaro! Esto me recuerda a lo que pasó este verano cuando me llamó A. para decirme que, en el periódico, Ortigas, en su columna semanal, me colocaba entre las filas de una extravagante recua de detractores del OVNI, entre los cuales estaba, por ejemplo, Inmodesto Flamas, con el que no puedo coincidir en nada, ya que fue el que intentó ridiculizarme paseándose con un paraguas abierto por una sala de exposiciones después de mi actuación, como diciendo que si lo mío era arte, su paseo también. No entiendo nada.
Luego, consigo aparcar y, al salir con los paquetes de los regalos, unas voces rotundas y bruscas me increpan saliendo de una cabeza protuberante de un coche. Son bromas de Andancio, escultor aborigen tan concienzudo deformador de anatomías humanas cuanto polemista en torno a su propia figura a fin de lograr un compromiso claro de las instituciones para que los picapiedras locales sean mantenidos de forma vitalicia.
Por si fuera poco me siento en el sofá en casa de mis padres, remuevo un montón de revistas y sale un libro nuevo que ha escrito el suegro de mi hermano. Miro las solapas y en una sale un heavy de larga, ondulada y negra melena, que ha hecho las ilustraciones al texto. ¡Dios mío! Es aquel muchacho que me invitó a la convención más disparatada y esperpéntica que imaginar se pueda en Segovia, en la que, por ejemplo, uno se concentraba para intentar tirar el Acueducto mientras otro colocaba soldaditos romanos de Belén en las grietas del mismo monumento... todo eso antes de que acabaran pegándose entre ellos... ¡Qué horror! Un chiste.
Ya pasada la medianoche enciendo el móvil y un mensaje de A. me felicita la Navidad con un lacónico abrazo. Argumenta al respecto que, haber pedido por escrito a la Iglesia un certificado de apóstata, no le permite decir más en una noche tan señalada.
2 Comments:
esto parece el salón de los pasos perdidos de A.T.
Me gusta los días de lluvia sin paraguas
genial!
Publicar un comentario
<< Home